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Síndrome de Charles Bonnet: qué es y cómo tratarlo

Si una persona te cuenta que ve personas donde tú no ves nada o se encuentra animales a cada paso y nadie más tropieza con ellos puedes pensar que ha consumido algún tipo de droga o que padece una enfermedad mental. Pero, ¿y si te cuenta esto mismo tu abuelo, que es ciego? Podría tratarse del Síndrome de Charles Bonnet.

Sindrome de Charles Bonnet

Qué es el síndrome de Charles Bonnet

Charles Bonnet escuchaba contar a su abuelo, afectado de cataratas, relatos acerca de visiones. ¿Cómo podía ser posible aquello si estaba cerca de la ceguera? Empezó a investigar y descubrió la enfermedad o, mejor dicho, el síndrome, que lleva su nombre.

Cuando una persona sufre alucinaciones siempre debe acudir al médico. Las causas de las mismas pueden ir desde el consumo de alguna droga, el efecto secundario de un medicamento o la exposición a un tóxico como el cornezuelo del centeno, hasta alteraciones neurológicas, entre las que se incluyen tumores que pueden afectar tanto al nervio óptico como al propio ojo o al cerebro. Por supuesto, si no se detecta una causa inmediata se debe consultar con un psiquiatra también. Pero cuando la persona es consciente de que lo que ve no es real y tiene problemas de agudeza visual, es probable que el paciente sufra el Síndrome de Charles Bonnet (SCB).

Causas y diagnóstico

Una persona con una vista normal transforma los rayos de luz visible que inciden en la retina en señales eléctricas que el cerebro interpreta como imágenes. Pero si alguien tiene una severa merma en la agudeza visual debida a enfermedades como la degeneración macular relacionada a la edad, el glaucoma o la retinopatía diabética, el cerebro se encuentra ante un dilema y puede optar por solucionarlo completando aquellas señales que le llegan.

Con el tiempo, se producen cambios histológicos y las zonas encargadas de la recepción de estímulos pueden reducir su umbral de respuesta. El resultado son alucinaciones visuales de lo más diversas: algunos enfermos ven patrones de líneas y puntos, otros creen estar viendo personas o, incluso, ¡dragones! Para mayor desazón, las alucinaciones pueden manifestarse quietas o en movimiento.

Para diagnosticar el síndrome de Charles Bonnet no basta con que una persona con enfermedades severas en la vista presente alucinaciones visuales. Al diagnóstico de este síndrome se llega por descarte de enfermedades neurológicas, psiquiátricas, Parkinson, efectos secundarios, consumo de sustancias estupefacientes o intoxicaciones ambientales.

Tratamiento del síndrome de Charles Bonnet

¿Cómo se cura el síndrome de Charles Bonnet? Por desgracia, no tiene cura. En algunos casos se puede reducir la frecuencia de las alucinaciones con lentes correctoras o cirugía oftalmológica reparadora, pero en general el tratamiento del síndrome de Charles Bonnet se basa en hacer más llevadera la vida a los afectados y en educar a sus familiares.

En los casos menos severos, colocar una correcta iluminación en las zonas en las que se manifiestan con más frecuencia las alucinaciones visuales puede ayudar a que sean menos recurrentes. Por lo demás, es importante comprender que la persona afectada sufre y mucho, pues es consciente de que ve cosas que no existen pero su cerebro procesa esas imágenes. La consecuencia es que estos pacientes suelen necesitar apoyo psicológico o psiquiátrico por la ansiedad que genera su condición, que además no va a desaparecer.

La adaptación a las alucinaciones ocasionadas por el síndrome de Charles Bonnet se hace todavía más complicada si pensamos en que buena parte de los afectados son personas mayores que, si bien conservan sus facultades cognitivas, no pueden aprender trucos a la misma velocidad que cuando esto le sucede a alguien más joven. Necesitan aprender a distinguir qué es real y qué no para evitar accidentes, y del apoyo del entorno para no caer en la tentación del aislamiento social.

Estas terapias de apoyo son similares a las que se llevan a cabo con algunos pacientes con esquizofrenia que sufren alucinaciones pero son capaces de comprender que lo que ven, esa gente desconocida por ejemplo, no está ahí. Una cosa es decirlo y otra ponerse en los zapatos del afectado.

Hay algunos pacientes que consiguen espantar sus alucinaciones en pocos segundos con un parpadeo rápido o con ejercicios visuales que incluye mirar a los lados, hacia arriba y hacia abajo y, a continuación, fijarse de manera alternada en la alucinación para, por último, cerrar los ojos. Estos ejercicios se enseñan a todos los pacientes afectados, aunque no siempre son efectivos. Pero, si funcionan, es un atajo a la hora de controlar las alucinaciones.

Mientras las facultades cognitivas del enfermo se encuentren conservadas, será capaz de llevar a cabo el entrenamiento que le ayude a discernir entre imágenes reales y alucinaciones. Este entrenamiento suele durar entre uno y dos años. Transcurrido ese tiempo seguirán experimentándose alucinaciones ocasionales, pero ya no serán ni tan frecuentes ni tan traumáticas.

Y mientras llega ese día en el que el afectado por el Síndrome de Charles Bonnet pueda valerse perfectamente por sí mismo, la gente de su entorno debe ser comprensiva si pide que se le acompañe por la calle ante el temor a una reacción imprevista o que matemos ese bicho que sube por la pared. Recuerda proporcionar una buena iluminación a toda la casa donde habite el enfermo, y a ser posible que los lugares de ocio que frecuente también cuenten con luces blancas dispuestas de manera estudiada. En caso contrario, tal vez sea preferible evitar la mesita de la esquina de la cafetería y cambiarla por una con vistas a la calle.

El Síndrome de Charles Bonnet solo desaparece en estadios iniciales en los que el problema de la vista tiene solución con unas lentes o una cirugía. Por ejemplo, en casos de cataratas, se puede eliminar el problema de falta severa de agudeza visual en cuanto comienzan las primeras alucinaciones visuales, de forma que el cerebro no llegue a realizar el proceso de forma tan recurrente. Se trata de un problema que llega a afectar al 15% de las personas funcionalmente ciegas, siendo casi todas ellas de edad avanzada.


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