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Con qué frecuencia necesitamos hacer un examen oftalmológico

¿Sabías que cada año deberías realizarte un examen oftalmológico? Aunque la frecuencia depende de la edad y la condición de cada persona, esperar más tiempo para ir a la consulta médica no es recomendable para ninguna persona.

Existen muchas patologías de la vista que pasan inadvertidas. Sin saberlo, podrías sufrir de miopía, hipermetropía, astigmatismo, cataratas o glaucoma. Esta última es una enfermedad que provoca ceguera irreversible.

De hecho, es la primera causa de pérdida de la visión a nivel mundial. El tratamiento solo sirve para mantener la que tienes hasta ese momento. Eso significa que no te recuperas nunca del daño. Un chequeo temprano y oportuno evita muchos problemas en los ojos.

Por eso, aunque no presentes ninguna molestia, debes someterte a revisiones periódicas. El oftalmólogo es el especialista indicado para hacer la evaluación. Tras el diagnóstico médico te dirá cada cuánto tiempo debes repetir la prueba.

¿Qué determina el examen oftalmológico?

El examen oftalmológico completo permite comprobar diversos diagnósticos. En primer lugar, la agudeza visual, así como la percepción de los movimientos y la luz. También si tu campo visual es normal. Es decir, si logras ver desde el ángulo externo.

Examen oftalmológico

Asimismo, evalúa la alineación ocular para verificar si existe alguna alteración caracterizada por la desviación de los ojos. Esto es importante porque hay ciertas patologías que afectan los movimientos y la fijación, haciendo que cambien de dirección.

La prueba incluye una inspección externa para detectar la posible presencia de enfermedades de los párpados y pestañas. Por ejemplo, edemas, eritemas, nódulos, placas, pápulas o crecimiento anómalo de los pelos alrededor del globo ocular.

Con ella, también se observa si hay triquiasis, secreciones adheridas, descamación u orzuelos. De igual forma, se revisa la conjuntiva, la córnea, el iris, la retina, las pupilas y la presión ocular. De ese modo, el médico obtiene un panorama general de tu salud visual.

¿Cómo es el examen oftalmológico?

La exploración es bastante sencilla y no duele. Consiste en una serie de exámenes para ver todo lo anterior. Inicia con la medición de la agudeza visual, para lo cual el especialista utiliza unos optotipos con letras mayúsculas ordenadas en forma decreciente y por filas.

Los coloca a una distancia de 6 metros para conocer cómo está tu visión desde lejos. Explora cada ojo por separado cubriendo el otro. Lo que debes hacer es leer letra por letra y línea por línea. Cuando la agudeza es baja, chequea si es producto de un problema refractivo.

Luego, revisa la cara anterior de los párpados, cejas y pestañas con una lámpara de bolsillo. Y, con la de hendidura, ve con mayor detalle las estructuras del ojo. También emplea un aparato llamado oftalmoscopio para examinar la parte interna.

En caso de necesitar gafas para corregir algún problema, el oftalmólogo calcula cuál es la graduación requerida. Dependiendo de la razón de la consulta, quizás necesites que te dilaten la pupila con unas gotas para ayudar a detectar enfermedades.

¿Cada cuánto tiempo necesitas revisar tu visión?

La frecuencia del examen oftalmológico depende principalmente de dos factores: la edad y el estado de salud. Normalmente, el primer control se realiza a los seis meses de vida. Si el desarrollo visual es normal, se repite a los tres o cuatro años.

Desde entonces hasta los 18 años, el chequeo debe ser mensual para descartar problemas o enfermedades congénitas. En caso de tener un vicio de refracción y requerir únicamente lentes, también se hace anualmente. Sin embargo, esto depende del paciente.

Cada persona es diferente y el tiempo puede variar. Lo importante es que si sientes que ya no enfocas como lo hacías al principio, vayas al médico. Igualmente, al notar cambios en la vista, presentar dolor, lagrimeo o cualquier otro signo fuera de lo común.

Cuando no hay síntomas ni problemas visuales, algunos especialistas aconsejan hacerlo según la edad. De 20 a 39 años, deberías ser cada 5 años; de 40 a 54, entre 2 y 4 años; de 55 a 64, cada 1 a 3 años; y a partir de 65 años, en un período de 1 a 2 años.

Examen oftalmológico en los niños

Examen oftalmológico en los niños

En el caso de los menores de edad, el seguimiento es esencial para chequear que todo esté controlado. Sobre todo, teniendo en cuenta el tiempo que pasan hoy en día expuestos a los dispositivos electrónicos como tablets, celulares y computadoras.

Y, con más razón, cuando existen antecedentes familiares de patologías oculares. El hecho de que mamá y papá utilicen anteojos desde muy pequeños, es un factor hereditario importante. Lo más recomendable en estos casos es revisar la salud visual.

Si el médico detecta, por ejemplo, una hipermetropía, un problema de enfoque o algo que requiera tratamiento, es probable que necesite verlo en intervalos cortos el primer año. Esto para saber cómo está evolucionando en el tiempo.

Dependiendo de la severidad del caso, podría ser en más o menos meses. Nunca está de más taparle de vez en cuando un ojo al niño para ver su respuesta. Es posible que vea bien por un ojo y por el otro no. Si se acerca demasiado las cosas o se cae quizás no vea bien.

Examen oftalmológico en adultos mayores

Después de los 40 o 50 años, también es necesario hacerse un examen oftalmológico regular. Pues a medida en que se envejece aparecen nuevas patologías. Si a la hora de ver tienes que estirar más los brazos, es probable que estés desarrollando presbicia.

Es decir, problemas para enfocar objetos cercanos, como por ejemplo, un libro. Esta alteración ocurre porque el cristalino del ojo se vuelve rígido a partir de esa edad. ¿La solución? Corregirlo con gafas o lentillas recetadas por el médico.

A partir de los 60 años puede nublarse ocasionando lo que se conoce como cataratas. Esta condición dificulta progresivamente la visión. El tratamiento es generalmente quirúrgico y consiste en extirpar el cristalino e insertar un lente ocular artificial.

La evaluación permite la detección temprana y, por consiguiente, una mejor calidad de vida. También abordar a tiempo otros problemas como la presión ocular, evitando daños en el nervio óptico y el desarrollo de glaucoma o degeneración macular.

Ve más allá del examen visual optométric

Es importante no confundir la graduación de los anteojos con la prueba clínica. Mucha gente pospone la ida al oftalmólogo porque se predisponen. Ya sea porque sienten que todavía miran bien o por falta de dinero para comprar otros anteojos.

Pero una cosa es la evaluación de la vista y otra muy distinta la necesidad de cambiar los lentes. Con el examen completo se revisa la presión ocular, si la conjuntiva está inflamada y cómo se ve exactamente la retina y el nervio óptico.

En cambio, el refractivo sirve únicamente para ver si la visión está estable. Es decir, si necesita corregir sus lentes. ¿Todavía ves bien y no están rayados? No hay razones para cambiarlos. Como puedes observar, son dos cosas distintas, con características propias.

Además, tal vez creas que tu vista no ha sufrido cambios. A veces, se tiene la idea de que todos alrededor miran lo mismo y no es así. El estudio médico a profundidad te permitirá saberlo. Por lo tanto, no es una opción evadir la visita al médico.

Ventajas del examen oftalmológico

Hay muchos beneficios asociados con la revisión periódica de la vista. Empezando por el hecho de diagnosticar a tiempo diversas enfermedades oculares. Al estar informado sobre los cambios en tus ojos, el médico puede buscar soluciones en el tiempo ideal.

Hay numerosas patologías que no presentan síntomas hasta que se vuelven severas y, en algunos casos, irreversibles. De ahí el riesgo de esperar sentir una molestia para ir al especialista. Un tratamiento oportuno puede salvar tu visión, no es broma.

Por ejemplo, detener o retrasar el progreso de un glaucoma o retinopatía diabética. El exceso de azúcar en la sangre afecta a los ojos provocando pérdida de visión. Los exámenes regulares, junto con el control de la glucosa, ayuda a que el daño sea menor.

De igual forma, permite prescribir una receta actualizada de lentes convencionales o lentillas. Eso hace que veas mejor tanto de lejos como de cerca y que la vista se canse menos. Por lo tanto, es posible realizar las tareas cotidianas con facilidad.

Asiste al oftalmólogo adecuado

Es importante que visites el consultorio oftalmológico ideal. Muchas ópticas realizan exámenes visuales, pero son refractivos. No son hechos por un oftalmólogo que es el especialista en esta área de la salud. Justamente, lo que necesitas en este caso.

La diferencia entre este profesional y el optometrista es que está capacitado para abordar cualquier problema de los ojos. En cambio, el segundo no es médico y se encarga de cuestiones de corrección de gafas y lentillas, entre otras cosas.

Si quieres llegar a la raíz de tu problema, es importante que acudas a un centro médico de confianza. En caso de que todavía no te hayas hecho el examen completo, no lo retrases más. Programa una cita con el oftalmólogo para ti y los miembros de tu familia.


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